Clasicismo y Romanticismo
SOBRE CLASICISMO Y ROMANTICISMO
Los intentos de síntesis pueden conducir, a veces, a errores. Se suele caer en esquematización fácil pero errónea al señal que determinadas escuelas o movimientos artísticos suceden a otros anteriores, en una especie de proceso dialéctico. En realidad, esto no sucede con frecuencia; no hay una sustitución lisa y llana de concepciones más o menos complejas para otra serie de conceptos antitéticos o diferentes de aquellos.
Los fenómenos culturales no se producen como quien extrae y coloca una serie de fáciles etiquetas en sucesión. De hecho, muchas veces coexisten en una misma época expresiones artísticas no sólo distintas sino antagónicas, reflejando con ello un estadio en la evolución del arte. No debe cederse a la tentación de pensar que el proceso artístico alemán es eminentemente dialéctico y con ello oponer al Racionalismo la antítesis del Sturm und Drang para llegar a una síntesis con el Romanticismo. De ninguna manera acontece esto. El Sturm es un movimiento de rebelión contra la férrea sujeción normativa de la Ilustración y el poder ilimitado de la razón que impedía la libertad espontánea de creación.
Era una necesidad vital de la joven generación literaria alemana. Pero ello, si bien por sus características principales se dirige a alimentar al naciente romanticismo -en el cual se plasmarán más de uno de los ideales sturmer- , no implica la imposibilidad de una coexistencia con la opuesta concepción del arte que, enraizada en el paganismo de la antigüedad, la tradición de la belleza formal helénica, el conocimiento del pensamiento y de la estética greco-latinas, la perfección de las formas cultas de estilo, la dulzura de un arte
meridional que seduce y encanta, conduzca a más de un espíritu selecto por la senda del Clasicismo.
No se trata de circunstancias epocales sino de cosmovisiones artísticas. Que Clasicismo y Romanticismo existan con igual intensidad en un mismo período histórico, es debido, más allá de la circunstancia de la época, a que ambos responden a expresiones de espíritus diferentes. Encarnan por separado una concepción del mundo – cosmovisión – artística, estética, vital, perfectamente definida y antagónicas la una de la otra. Son dos formas distintas de espíritu.
Cada una de ellas con sus caracteres, sus leyes, sus elementos propios, que a veces se interrelacionan y confunden produciendo acaso obras híbridas, u obras de distinto estilo en un mismo autor. Conociendo esto, podremos conciliar mejor el romanticismo de la obra sturmer de Goethe, “Los sufrimientos del joven Werther”, con el clasicismo posterior de “Ifigenia”, en el momento en que se produce históricamente el ascenso romántico.
SENTIMIENTO CÓSMICO DE LA NATURALEZA
En el sturmer –como luego en el romántico- son evidentes los deseos de diferenciarse de las otras personas, la preocupación por establecer una distinción con el prójimo, el anhelo
de convertirse en seres únicos, particularizados. De ahí la búsqueda de un lenguaje cifrado, su culto de lo difícil y lo complicado. Todo ello en un intento de aislar la vida intelectual a una élite. Había sido el propio Goethe quien se refiriera a lo bello como “una manifestación de las fuerzas secretas de la Naturaleza”. Y, consecuentemente, la estructura armónica de la obra de arte se vuelve cósmica, la estética se transforma en órgano de la metafísica. El Sturm llegará a considerar el mundo como algo misterioso, incomprensible, desprovisto de significado.
El sentimiento cósmico se enlaza, posteriormente, a la idea de una más estrecha relación entre el hombre y la naturaleza. La Naturaleza adquiere una dualidad conceptual compleja por la cual es, por otra parte, medio de vinculación entre el hombre y la divinidad; por otra, expresión y transustanciación de lo divino natural. De la tendencia expansiva del yo humano volcado hacia el cosmos y el universo infinito, surge esa profunda unidad entre la finitud humana y la infinitud cósmica que trasunta el misterio de Dios. Nos acercamos así a las teorías filosóficas de Spinoza y particularmente al panteísmo, que tanto influye en Goethe y por consecuencia, en su obra.