Pre-Romanticismo y Sturm and Drang

11.06.2011 21:50

 

PRE-ROMANTICISMO    Y   STURM UND DRANG

 

LOS PRERROMÁNTICOS – CARACTERES DISTINTIVOS

 

Bajo el nombre de prerrománticos puede agruparse a una serie de escritores muy diferentes, poetas en su mayor parte, que hacia el final de la época clásica se distinguen de sus contemporáneos por ciertos rasgos que anuncian el romanticismo de la época moderna.  Son innovadores, sobre todo, por  sus tendencias morales, por sus gustos literarios, por sus fuentes y sus modelos.  A la razón, que domina ante ellos y en torno suyo, prefieren el sentimiento, y frecuentemente se dejan llevar de la melancolía.  Prefieren el campo a la vida social, e incluso la naturaleza salvaje;  muchos de ellos se forjan un ideal de vida rústica, de vida sencilla, en que ocupan un gran lugar los puros afectos de la familia.  Algunos sufren ya con las trabas sociales y aspiran a la libertad, a la igualdad de las diversas condiciones.  Creen volver a hallar el sentimiento verdadero, la vida natural y libre en el hombre primitivo, bárbaro o salvaje, y, en el pueblo.  Los recuerdos nacionales son de nuevo reverenciados;  la Edad Media empieza a surgir del olvido y desdén en que la habían tenido los clásicos puros.  Estas nuevas tendencias explican ciertos gustos literarios nuevos.  Manifiestan predilección por aquello que desinteresa a los clásicos:  una poesía “natural”, que es preferida a la poesía “artística”.  En la novela y en el teatro se buscan los sentimientos enérgicos.  Se descubren nuevas fuentes, destinadas a completar o sustituir a los griegos y a los romanos.

 

Esas fuentes y esos modelos están tomados principalmente del norte de Europa.  La mitología escandinava, se publica una importante colección de viejas baladas inglesas.

Singularmente MACPHERSON, al dar las traducciones de unos poemas de Ossián, abrió un mundo desconocido- el mundo céltico -, a las búsquedas del historiador, a las reflexiones del filósofo, a las ensoñaciones de los poetas.

OSSIÁN evoca paisajes melancólicos, sentimientos tiernos y tristes, meditaciones sobre ruinas y sobre el destino humano, da cuerpo a las aspiraciones sentimentales y literarias de dos o tres generaciones, se le pone en parangón con Homero, ejerce en toda la Europa culta una acción inmensa y prolongada.

 

En Alemania se despierta el interés por las poesías de la Edad Media alemana;  en España, por los romances viejos;  en la misma Francia, por los trovadores.  Los poetas ingleses que precedieron a la época clásica, Spenser y Milton, tornan a ser venerados, y Milton es admirado por los alemanes.  A Shakespeare se le descubre en el continente, y lo encumbran hasta las nubes sus entusiastas, particularmente en Alemania.  En Italia,  Dante vuelve a ser objeto de un verdadero culto.

 

Gran número de estos rasgos tan diversos se deben a Rousseau o se desarrollan bajo la influencia de éste:  Rousseau es el maestro a que rinden culto los prerrománticos de Europa.  Algunos concilian ese culto con la imitación de Voltaire;  los más adoran en Rousseau contra Voltaire. 

 

El porerromanticismo es, en muchos respectos, la sustitución del ideal francés y latino, que domina la época clásica, por el ideal inglés.

 

Los principales lugares en que le prerromanticismo tiene su cuna son Escocia y Suiza, dos países agrestes y montañosos.  Esta brillantemente representado en Inglaterra y Alemania, donde señala una edad de oro.

 

PANORAMA DE LA LITERATURA ALEMANA EN EL  SIGLO XVIII

 

LA ÉPOCA

 A mediados del siglo XVIII, en el centro del continente europeo, el Imperio Alemán existe solamente de nombre.

Señala Madame de Staël,(Ana Luisa Germana Necker) testigo lúcido de la época:  “El vínculo político y social de los pueblo, un único gobierno, un único culto, las mismas leyes para todos, los mismos intereses, una literatura clásica, una opinión dominante, nada de esto existe entre los alemanes;  cada Estado es más independiente, cada ciencia mejor cultivada, pero la nación entera está de tal modo dividida que no se sabe a qué parte del imperio debe concederse el nombre de nación”.

 

Integrado el imperio Alemán por diversidad de Estados cuyas dos potencias máximas eran las monarquías de Austria y Prusia, se vuelve necesario examinar cada región para comprender las diferentes manifestaciones artísticas.  Así por ejemplo, la Alemania Meridional cultivó pocas expresiones del arte;  quizás la más relevante haya sido la música, pero casi nada en literatura y una marcada despreocupación hacia el arte en general.

En manifiesto contraste, la Alemania del Norte con sus pequeñas ciudades y sus universidades, su carencia de diversiones masivas y de espectáculos, la ausencia de formas de sociabilidad, alimenta y predispone a la reflexión, la meditación, la imaginación, el arte en sí mismo y el pensamiento, generalmente ejercidos y desarrollados en la soledad de un paisaje de iglesias góticas y casas ennegrecidas por el humo.  En esta región no existe una gran capital, no hay gobierno representativo, el clima es riguroso, el carácter alemán serio y adusto.

El pensamiento alemán derriba esos obstáculos, crean un independiente y animado territorio de las letras.

Madame de Staël observa:  “en ningún país de la tierra existe tanta instrucción como en Sajonia y en el Norte de Alemania”.  Desde los tiempos de la Reforma Luterana, los príncipes de la casa de Sajonia siempre concedieron una noble protección a las letras.  Allí –como en todo el territorio alemán-  se cultiva espléndidamente la música, se extiende la lectura a los trabajadores, se concede importancia a la expresión artística.  Sin embargo,

otro de los factores derivados de la división de Alemania, es la incomunicación, que sigue apareciendo como rasgo esencial de la época.  Los pensadores alemanes, alejados de una vida social activa, amantes de la vida retirada, apenas si se comunican a través de sus escritos.  En cierta forma para corregir esa característica, los hombres más destacados de las letras se reúnen en el principado de Weimar.  Por primera vez, Alemania hallará entonces una capital literaria.  Hacia principios del siglo XIX, Weimar concentra a los más importantes intelectos:  Goethe, Schiller, Herder. 

 

Las obras literarias despiertan la mayor atención, se lee y estudia la literatura universal.  Gothe dirige su teatro para un auditorio entusiasmado.  El amor a las bellas artes y el buen gusto reinan en la corte de Weimar con singular esplendor.

 

FEDERICO II DE PRUSIA

 Fue Federico II, el factor del desarrollo paulatino del poder prusiano, alemán por naturaleza pero francés por educación.  Estableció la característica germana del orden en la administración y en la economía, desempeñando con sencillez su gobierno, tanto en la corte como en la vida privada.  Introdujo una forma libre de pensar en el norte de Alemania.

Federico II fue sumamente irrespetuoso con la religión, se distinguían las burlas que hacía a la religión y a las costumbres, lo que de repercutía en sus súbditos.  El afrancesamiento en materia artística era tal, que desestimó completamente la literatura alemana de su época.  Formado en la filosofía francesa del siglo XVIII, despreciaba el genio de los alemanes pero el gusto popular seguía la natural inclinación hacia el talento autóctono.

 

 

PROCESO DE LAS LETRAS ALEMANAS EN EL SIGLO XVIII

 

La historia de la literatura alemana en el siglo XVIII marca un proceso evolutivo a partir de las primeras décadas, cuando la tendencia dominante era una literatura de imitación del estilo francés, hacia una literatura de inspiración e imaginación sustentada en la base de un creciente nacionalismo, que se consolida y fortifica en las décadas finales del siglo con el advenimiento del Romanticismo, cuya difusión se extiende por toda Europa.

 

El desarrollo del pensamiento y de la literatura en la Alemania del siglo XVIII es un proceso que se acrecienta a mediada que se suceden las décadas. 

Los  primeros años de este siglo fueron de gran pobreza y mediocridad sorprendentes.  Durante este período el tono predominante es el clamor interno por un espíritu creador y el sometimiento a la imitación extranjera, fundamentalmente orientada hacia el rococó francés.

 

El pensamiento francés del siglo fluctúa entre un Voltaire racionalista y ateo y un Rousseau sentimental y deísta.  De sus influencias conjuntas surge el nuevo espíritu revolucionario que conducirá a los acontecimientos de 1789.

De este panorama Alemania recibía el mayor influjo de Francia en el plano artístico.  El rococó francés se practicaba con delectación y el neoclasicismo invadía con los rígidos

preceptos el recinto dramático.  Al conocimiento y la influencia de Voltaire se debe gran parte del afrancesamiento de Federico II, así como el conocimiento y la influencia de Rousseau determinarán importante rol en las concepciones estéticas de Herder, líder de esa rebelión contra la estrechez normativa del clasicismo, que fue la impetuosa renovación del movimiento sturmer.

 

Pero entre Federico II, la imitación francesa característica del primer período, y el surgimiento vitalizador del nacionalismo literario alemán, con el impulso que brindó a la inspiración y a la imaginación el afán renovador de Herder y del Sturm Und Drang, media un período en el que ambas tendencias: razón y sensibilidad (pasión), coexisten y se confunden sin definir totalmente una fisonomía;   es el momento del aporte precursor de tres importantes espíritus clásicos: el racionalismo de Lessing, la sensibilidad y el sentimiento de Klopstock y cierto eclecticismo con elementos de una y otra tendencia de Wieland.  Los tres, unidos por un estilo clásico, separados por distintos temperamentos, aunados en el intento de infundir vida a las letras alemanas asfixiadas por la influencia extranjera. Será una época de transición, momento de apertura, conciente de la necesidad de establecer una literatura propia, auténtica, eminentemente germana.

 

STURM UND DRANG